La recién coronada Miss Universo de Nicaragua, Sheynnis Palacios, ha puesto de manifiesto el conflicto político en su país al ser destacada por su participación en las protestas de 2018 contra el presidente Daniel Ortega. Su victoria se convirtió en un símbolo de esperanza para los nicaragüenses, quienes salieron a las calles en celebración, ondeando banderas azules y blancas en contraposición al rojo y negro del gobernante Frente Sandinista. Además de su belleza, la elección de vestuario de Palacios, un traje blanco con una capa azul, ha sido interpretada simbólicamente, recordando a la Virgen de la Inmaculada Concepción, patrona de Nicaragua.

La joven se ha convertido en un «símbolo emocional» y ha generado comentarios tanto positivos como críticos, incluyendo denuncias de supuestos intentos gubernamentales de impedir su regreso a Nicaragua después del triunfo.

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